La historia del coche eléctrico es más antigua de lo que nos pueda parecer. De hecho, los primeros modelos surgieron antes que los motores de combustión. Ya a finales del siglo XIX se crearon los primeros vehículos para el mercado. Aunque tenían muchas limitaciones, durante un tiempo fueron bastante populares. El problema vino a principios del siglo XX cuando se creó el motor de cuatro tiempos. La producción en masa de los mismos era más barata y el combustible estaba a unos precios muy asequibles. Además, la autonomía y la velocidad, o las prestaciones en general, eran mucho mayores. Cayeron rápido en el olvido aunque el embrión estaba ahí.
Con la crisis del petróleo de 1973 hubo un pequeño resurgir de estos vehículos. Durante la década de los 70 y de los 80 hubo varios intentos de electrificar los coches. Pero todo volvió pronto a la normalidad y la idea, nuevamente, cayó en el olvido de la historia del coche eléctrico.
No obstante, una marca japonesa, Toyota, empezó a idear una idea mixta. ¿Sería posible combinar un modelo híbrido? Un coche que tuviera un pequeño motor eléctrico combinado con un motor de combustión. Ya en la década de los 90 comenzó a conquistar el mercado con estos vehículos, algo que ha permanecido hasta nuestros días. De hecho, es un movimiento que hoy gana adeptos gracias a las mejoras tecnológicas. Sin embargo, los motores híbridos siguen siendo una fuente ineludible de contaminación. Cuando el motor eléctrico deja de funcionar, entra en funcionamiento el de combustión. Entonces, aparecen los dichosos gases de efecto invernadero.
Historia del coche eléctrico en la actualidad
En el siglo XX, la preocupación por el medio ambiente ha hecho avanzar rápidamente el mercado hacia nuevas posiciones. La gran pionera en este sentido fue otra marca Japonesa, Nissan. Durante la primera década del nuevo siglo desarrolló un motor eléctrico capaz de rivalizar con los de combustión. La compañía no quería centrarse en el híbrido, sabedora de que venían cambios importantes. Así surgió el Nissan Leaf, su gran modelo ecológico cero emisiones. Las primeras versiones apenas garantizaban una pequeña autonomía. Pero eso ha ido cambiando con los años, llegando a cifras muy interesantes. Por ejemplo, la batería de 60 kw puede llegar a dar hasta 600 kilómetros de autonomía. Quizás solo en ciudad y conduciendo de una manera muy conservadora. Pero es posible rivalizar con cualquier coche.
Otras marcas, como Tesla, han surgido única y exclusivamente para este mercado. Desde el primer momento han desarrollado coches con motores eléctricos porque creen que el otro mercado estará obsoleto en breve. Y razón no les ha faltado, porque el cambio parece imparable a estas alturas. Sus fábricas ya no necesitan adaptarse a ningún cambio. Así que pueden producir coches en masa sin pensar demasiado en futuros cambios.
Ese sí es un problema para el resto de marcas, que ahora están cambiando todos sus modelos. Porque un cambio de motor dentro de un coche no es tan sencillo como parece. Y más aún cuando en algún lugar hay que meter la batería. Y éstas suelen tener un tamaño considerable, al menos en la actualidad. Por lo tanto, les supone cambiar muchos aspectos en la cadena de montaje, pero combinando eso con la producción de motores de combustión. Un pequeño caos que, tarde o temprano, desaparecerá con la eliminación del petróleo como fuente de energía.
El futuro de la movilidad eléctrica
Hay varios elementos de un coche eléctrico que son negativos. El primero de ellos es el material del que se hacen actualmente las baterías. El dichoso litio, que tantos conflictos genera en sus países de origen. ¿Es posible un material alternativo? Recientes estudios afirman que la clave estará en el grafeno. Este material permitirá hacer baterías más pequeñas, con más autonomía, más baratas y menos contaminantes. Y hablan de que esta década veremos dichas baterías en funcionamiento. De esa forma, tendremos un coche aún más eficiente y ecológico.
Otro problema será el de los coches autónomos, otro aspecto fundamental del futuro de la automoción. Evitarán accidentes, harán que la conducción sea más eficiente e incluso puede que no necesitemos nuestro propio vehículo. Sin embargo, ese es un aspecto más propio de la ciencia ficción que del presente. Vayamos paso a paso, porque el camino es largo y apenas acaba de empezar.