Coches de combustión interna
Los coches de combustión interna han sido una parte integral de la industria automotriz durante más de un siglo, desempeñando un papel crucial en la movilidad global. Estos vehículos funcionan mediante la combustión de combustibles fósiles, como la gasolina o el diésel, en motores de combustión interna. A pesar de la creciente popularidad de los vehículos eléctricos, los coches de combustión interna aún dominan las carreteras en muchas partes del mundo.
El motor de combustión interna convencional consta de cilindros, pistones y un sistema de encendido. La mezcla de aire y combustible se enciende mediante chispas en las bujías, generando la energía necesaria para impulsar el vehículo. A lo largo de los años, se han desarrollado tecnologías para mejorar la eficiencia y reducir las emisiones de estos motores, como la inyección directa de combustible y los sistemas de control de emisiones.
Sin embargo, este tipo de coches enfrentan desafíos ambientales debido a las emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia de recursos no renovables. Esto ha llevado a un aumento en la investigación de tecnologías más sostenibles, como los vehículos eléctricos, aunque los coches de combustión interna siguen siendo una opción común debido a su infraestructura establecida y a menudo a su menor costo inicial. A medida que la industria avanza hacia la electrificación, la transición gradual de los coches de combustión interna a alternativas más limpias marca un cambio importante en la era automotriz.
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